Los 20 y uno: El fenómeno Camiroaga

Antes de comenzar debo confesar que no sé por donde empezar, puesto que lo que aquí voy a relatar (ya bien sabido por todos), tiene su origen en un final. Pero de todas maneras, siento la obligación de hacerlo.

La televisión chilena tuvo su semana más difíciles en años, ni siquiera el revuelo mediático de los 33 se compara a todas las emociones que se mezclaron en estos siete días: tristeza, rabia, esperanza, miedo, alegría y alguna otra que aun no tiene una palabra inventada para ser descrita.

Encender la TV, en el canal que fuera, era estar viendo TVN; finalmente la campaña en Twitter que pedía #unsolomatinal dio resultado, todos los canales eran uno sólo, un sólo tema: los 21 desaparecidos, o los veinte y uno, como lo llamo yo.

Debo reconocer que al igual que muchos, tenía esperanza y creí en las videntes, imaginé que despertaba y en los noticiarios anunciaban a un Camiroaga malherido, tal vez en silla de ruedas, pero vivo. Y al mismo tiempo viva la gente que no dejó tranquilo a cuanto santo encontró en su camino.

Me enteré de la noticia, de la mala noticia, mientras estaba en el trabajo, no dudé en pensar y afirmar "no hay nada que hacer, probablemente nunca los encuentren", pero lo que jamás imaginé, y eso que tengo harta imaginación, es la cantidad de gente que la bendita des-gracia convocó. Viajó gente de todas partes de Chile sólo para darle un último adiós a un animador de TV.

El Fenómeno Camiroaga

Todos los días escucho, e incluso yo mismo lo he dicho, que la TV día a día está peor; programas juveniles con poca ropa u otro con invitados que cobran suculentos precios por decir un par de mentiras en pantalla me dan la razón, pero el transcurso de esta semana me hizo reflexionar, me dio una luz de esperanza. "La televisión la hacen los equipos" decía Felipe.

La caja estúpida, le dicen. Un sillón y un tele-vidente separados por una pantalla. Insensible. Ni siquiera la TV Digital la podía hacer menos hermética, la gente lograría interactuar, pero el vidrio, la pantalla que los separa, siempre iba a existir.

Pero Felipe Camiroaga rompió las barreras. El testimonio de las dueñas de casa que afirmaba que Él entraba en sus casas y se levantaban juntos no era mentira, las miles de personas que viajaron de distintas ciudades lo confirman.

El Fenómeno Camiroaga me ha hecho pensar en muchas cosas, entre ellas en lo increíble que es hacer televisión cuando realmente te gusta, cuando te gusta estar con la gente, reírte con ella, ser un amigo y romper esa barrera que separa al mundo de las luces y los sets de televisión. 

Me es imposible hacer una valorización personal de Camiroaga, jamás lo conocí, ni siquiera debió imaginar que yo existía y que estaba pegado a las seis de la tarde en punto esperando un nuevo programa del "Pase lo que Pase" pero siempre se entregó con la misma entereza a su trabajo, la entretención.

Una televisión menos hermética, más humana, es posible; una televisión de calidad no está muy lejos, los veinte y uno que partieron esta semana son el comienzo de una nueva era, la era de Camiroaga.


Por
Daniel Tapia
@DTapiav
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